Nos encontramos una vez más ante uno de los escritores enterrados en el cementerio del olvido, pero éste breve artículo tiene la intención de crear un interés para ser recuperado, releído y estudiado.
La memoria está condicionada al olvido, y ésta ha sido una de las amplias fuentes de interés que García Ponce a encontrado en muchos de los escritores que tanto le han apasionado. Desde Thomas Mann, Musil, Borges y los más notables Georges Bataille y Pierre Klossowski, autores que él ha denominado como una extensión suya, en la que él se encuentra así mismo en ellos, así como ellos se encuentran en él, esta forma de juego literario perverso, como lo explicaría en su libro llamado El libro «enseñar es pervertir» uno como lector pierde esa inocencia al momento en que se encuentra con el mundo intelectual que ofrece un libro o una novela, y no es de extrañar, que dicho conocimiento genere en nosotros un morbo, una curiosidad que se alimenta con más saber, dejándonos pervertir con cada texto que nutre nuestro cerebro.
Tal vez denominar a este breve artículo Juan García Ponce – El acephale mexicano es algo exagerado de mi parte, sin embargo, sin la existencia de este escritor, posiblemente los textos traducidos de Bataille y Klossowski hubieran tardado años en llegar a esta parte del mundo.
Por otro lado, García Ponce era un gran aficionado al erotismo, lo cual no era muy apreciado por aquellos años y la posible razón por la cual ha quedado en el olvido por la mayoría de los mexicanos. En una generación tan oprimida como lo fue México en los sesenta y un país con una carga religiosa muy marcada hasta el día de hoy, es entendible que no se hablara ni hable mucho sobre estos temas.
Ponce era miembro de la denominada Generación de La Casa del Lago los cuales fijaron interés en la literatura que se hacía más allá de nuestras fronteras con el afán en la cual los jóvenes escritores de nuestro país en la década de los sesenta se propusieron encontrar y asimilar la literatura que hasta entonces se consideraba ajena, para difundirla después en el ejercicio crítico, en la propia creación o por medio de conferencias o cátedras.[1] Un objetivo primordial de estos escritores fue dejar de lado los sentimientos nacionalistas y la literatura indigenista para lanzarse a una expresión literaria mucho más universal.
Es de esta manera en la que Ponce encuentra una fascinación por Bataille a quien llego a dedicarle varios ensayos entre ellos ‘’La ternura de Georges Bataille’’ ‘’La imposibilidad de morir’’ incluso encontrando referencias en sus novelas que sólo los lectores de estos controversiales autores entenderían como Marcela que hace referencia a Marcelle de Historia del ojo.
Pero posiblemente la influencia más característica y visible dentro de la obra de Ponce, es Pierre Klossowski, a quien le ha dedicado libros enteros como Teología y pornografía: Pierre Klossowski en su obra una descripción o su libro La errancia sin fin: Musil, Borges, Klossowski y traducciones al español como La vocación suspendida, El Baphomet, La revocación del edicto de nantes y Roberte ce Soir.
Era tanta su admiración por el pensamiento de Pierre Klossowski que en su novela De ánima recrea de manera fidedigna una historia erótica a manera de diario inspirada completamente en La revocación del edicto de Nantes.
Ponce sin duda alguna es un escritor el cual da para mucho de que hablar, y que de haber vivido en la época y el lugar en el que se desarrollaban las reuniones de Acephale, sin duda García Ponce sería uno de los miembros igual de destacable, sus ideas en torno a la espiritualidad, la multiplicidad, el simulacro, la pantomima de sus personajes, y el erotismo, lo convierten en lo que pudo ser un miembro ejemplar de Acephale.
[1] Juan García Ponce. Obras reunidas III, novelas cortas II. Fondo de Cultura Económica, México. 2004. pág.407